Cien años de soledad: Úrsula Iguarán, paradigma de la mujer latinoamericana
Martina Vinatea Recoba
El propósito de estas líneas es realizar un esbozo de la figura de Úrsula Iguarán, protagonista de Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, para luego sugerirla como paradigma de la mujer latinoamericana, en general y peruana, en particular.
Con mucha frecuencia, se ha descrito a Macondo como una comunidad patriarcal, y se ha señalado a José Arcadio Buendía, el fundador, como el patriarca; particularmente creemos que la organización de Macondo es eminentemente matriarcal y su matriarca es, sin duda, Úrsula Iguarán. Ella está presente en casi toda la novela: funda Macondo al lado de su marido José Arcadio y es enterrada por la sexta generación de Buendías.
Úrsula Iguarán está descrita en las primeras páginas de la novela:
Activa, menuda, severa, aquella mujer de nervios inquebrantables, a quien en ningún momento de su vida se la oyó cantar, parecía estar en todas partes desde el amanecer hasta muy entrada la noche, siempre perseguida por el suave susurro de sus pollerines de olán. Gracias a ella, los pisos de tierra golpeada, los muros de barro sin encalar, los rústicos muebles de madera construidos por ellos mismos estaban siempre limpios, y los viejos arcones donde se guardaba la ropa exhalaban un tibio olor de albahaca.
García Márquez describe a Úrsula como la mujer omnipresente y casi omnipotente. Esta imagen de Úrsula obedece a la visión que, en repetidas oportunidades, ha expresado el autor tener de la mujer. Así, percibe a la mujer como totalidad y esa percepción ha hecho precisamente que sea este personaje femenino el eje de la novela.
El mismo autor refiere que las mujeres en Cien años de soledad no solo aseguran la continuidad de la estirpe, sino también la de la novela.
El mismo autor refiere que las mujeres en Cien años de soledad no solo aseguran la continuidad de la estirpe, sino también la de la novela. En una entrevista, García Márquez, declara que Úrsula debió morir antes de la guerra civil, cuando se acercaba a los 100 años, pero descubrió que si se moría, el libro se derrumbaba, por eso siente necesario prolongarle la vida y, cuando muere, la novela tiene tanto vapor que puede seguir sola.
Úrsula lidera indiscutiblemente Macondo, mientras los hombres se dedican primero a los grandes inventos, alquimias y nuevos descubrimientos y luego, a aquella larga guerra civil. Este liderazgo se inicia muy pronto, poco tiempo después de la fundación, cuando Úrsula en una secreta e implacable labor de hormiga predispone a las mujeres contra la “veleidad” de sus maridos, quienes preparaban una nueva mudanza, se enfrenta a su marido y consigue que abandone la idea de partir. Poco después, cuando enloquece José Arcadio, Úrsula asume el mando de la familia. Ella trabaja (prepara animalitos de caramelo); alimenta a los hijos a quienes trata de criar de la mejor manera posible (sobre todo, pensando en que podrían heredar las locuras del padre); trata de mantener unida a toda costa a la familia y a todos aquellos que son de su sangre –y a los que no lo son también– los acoge bajo su techo con un total desprendimiento. Un tiempo después, se inicia la guerra, y cuando el nieto, que era el jefe militar de Macondo, comete una serie de atropellos, lo destituye a correazos y toma el control de la comunidad durante la guerra.
Así, su vida transcurre llena de trabajos y preocupaciones. Ya centenaria y dedicada exclusivamente a la vocación sacerdotal de su tataranieto, hace un recuento de su vida y de su descendencia. Es decir, solo cuando tiene más de cien años encuentra el tiempo para hacer un balance de su vida. En ese momento, analiza y entiende a sus hijos: la actitud Aureliano era producto de una absoluta incapacidad para amar; en el caso de Amaranta, la lucha a muerte entre un amor sin medidas y una cobardía invencible determinan el miedo que siempre le tuvo a su atormentado corazón y siente por ella una compasión infinita; también recuerda a Rebeca la única que no llevaba su sangre y se da cuenta de que fue la que tuvo la valentía sin frenos que ella había deseado para su estirpe.
Ya centenaria hace un recuento de su vida y de su descendencia. Es decir, solo cuando tiene más de cien años encuentra el tiempo para hacer un balance de su vida.
Piensa finalmente, en aquella casa de locos que tantos animalitos de caramelo y tantos dolores de cabeza había costado y se pregunta:
si no era preferible acostarse de una vez en la sepultura y que le echaran tierra encima, y le preguntaba a Dios, sin miedo, si de verdad creía que la gente estaba hecha de fierro para soportar tantas penas y mortificaciones; y preguntando y preguntando iba atizando su propia ofuscación, y sentía unos irreprimibles deseos de soltarse a despotricar como forastero, y de permitirse por fin un instante de rebeldía, el instante tantas veces anhelado y tantas veces aplazado de meterse la resignación por el fundamento, y cagarse de una vez en todo, y sacarse del corazón los infinitos montones de malas palabras que había tenido que atragantarse en todo un siglo de conformidad.
Y, cuando ya había perdido la cuenta de sus años y sus tataranietos jugaban con ella como si fuera una muñeca, se murió, tan sola como vivió. Lástima que su clarividencia no le permitiera ver que todo aquello que siempre quiso para su estirpe se conjugó en Amamanta Úrsula, la única en seis generaciones que llevaba su nombre.
Fue precisamente la que logró, en más de un siglo, engendrar un hijo con amor. Después de este esbozo de la figura de Úrsula –que de alguna manera está presente en toda la obra de García Márquez– quisiera pasar de la ficción a la realidad, de la literatura a la vida y sugerir cómo Úrsula podría ser ahora el paradigma de la mujer latinoamericana.
La situación de crisis que vive el Perú desde mediados de la década del 70, ha ocasionado que el espectro económico, político y social cambie y una de las características de este cambio es, precisamente, la inserción de la mujer en la vida social del país. Y, si nos preocupamos, especialmente de aquellas mujeres que asumen “solas” la responsabilidad de la familia, encontraremos muchos puntos de convergencia con el personaje de Úrsula.
Estas mujeres o “jefas de familia”, como las llaman en distintos trabajos sociológicos, son las responsables de su grupo familiar y, por lo tanto, se ven obligadas a incursionar en una esfera mayor a la doméstica. Afrontan el doble rol de padre y madre por diferentes motivos, entre ellos la irresponsabilidad de su pareja.
El asumir este nuevo rol no es fácil para la mujer, porque tiene que superar la vergüenza y determinados prejuicios sociales y el instrumento que tiene a la mano para soportar todo esto es la conciencia social, es decir el colectivizar sus problemas. Para muchos estudiosos, las experiencias alternativas en donde la mujer de sectores populares tiene un rol protagónico, como la organización de comedores populares, por ejemplo, pueden llegar a constituir experiencias sociales correctivas de carencias familiares. Ciertamente, el proceso de adaptación y más aún de adecuación a su nueva realidad es muy duro de alguna manera la ayuda cuestionar la imagen de la mujer tradicional adscrita a una sociedad patriarcal, porque al pensar en ella tiende a rebelarse y a tratar de cambiarla. Sin embargo, de lo que no se puede liberar es de la profunda soledad que la inunda y que inundó la vida de Úrsula Iguarán; una soledad que produce una gran frustración. Por otro lado, cabe resaltar que el hecho de que las mujeres asuman la jefatura del hogar, no significa que la inserción social sea mayor y la mujer dé un paso adelante dentro de su entorno.
Finalmente, a partir de la figura de Úrsula y la de las “jefas de familia” podríamos decir como decía García Márquez: “muchas veces las mujeres sostienen el mundo en vilo para que no se desbarate, mientras los hombres tratan de empujar la historia”.
Pero, al final cabría preguntarse ¿cuál de las dos cosas es la menos sensata?
Sexo del Jefe de hogar | 1993 | 2007 | Incremento intercensal | % | Incremento anual | Tasa de crecimiento promedio anual | ||
---|---|---|---|---|---|---|---|---|
Abs. | % | Abs. | % | |||||
Total | 4 762 779 | 100,0 | 6 754 074 | 100,0 | 1 991 295 | 41,8 | 142 235 | 2,5 |
Hombre | 3 652 543 | 76,7 | 4 831 779 | 71,5 | 1 179 236 | 32,3 | 84 231 | 2,0 |
Mujer | 1 110 236 | 23,3 | 1 922 295 | 28,5 | 812 059 | 73,1 | 58 004 | 3,9 |
Fuente: INEI – Censos Nacionales de Población y Vivienda, 1993 y 2007. |