El Capital Intelectual y los activos intangibles

María Isabel Quevedo

Los mercados han cambiado,  las formas como se relacionan las empresas y se llevan a cabo los negocios han evolucionado. Las empresas se enfrentan a una intensa  competencia por lo que deben buscar recursos que les permita crear ventajas competitivas difíciles de imitar.

Estos cambios han hecho que a través del tiempo las fuentes de riquezas hayan variado, así en la época agrícola la tierra y el trabajo era fuente principal de riqueza pero  en la época industrial, el capital era lo más importante por la necesidad de realizar fuertes inversiones en maquinarias y activos materiales para aprovechar las economías de escala. Hoy los activos intangibles representan esa fuente de riqueza.

Según Lev (2003) a partir de los 80, la economía se enfrenta a cambios importantes debido a la intensificación en la competencia empresarial motivada por la globalización, el comercio y la desregularización de sectores económicos claves como las telecomunicaciones, la electricidad, el transporte y los servicios financieros por un lado y, por otro lado, la llegada de las tecnologías de la información. Estos dos hechos, según Lev, hacen que las empresas deban cambiar sus estructuras organizacionales para poder responder de manera rápida y eficaz el cambio en la economía.

Las empresas deben desarrollar recursos superiores a la competencia y, en este sentido, la innovación es una fuente importante de ventaja competitiva sostenible.

En este contexto, las empresas deben desarrollar recursos superiores a la competencia y en este sentido, la innovación es una fuente importante de ventaja competitiva sostenible y ésta sólo es posible mediante la inversión en intangibles, según Lev.

Desde un punto de vista estratégico, Porter (1991) afirma que la innovación incluye tanto la tecnología como los métodos, y abarca los nuevos productos, los nuevos métodos de producción, las nuevas formas de comercialización y la identificación de nuevos grupos de clientes. Mediante esta afirmación Porter pone énfasis en que la innovación es un  proceso constante de mejora que deben realizar las empresas para lograr ventajas sostenibles.

Las empresas hoy se preocupan de las relaciones con sus clientes, en generar nuevos productos o servicios, mejorar procesos, generar conocimiento, se preocupa por el desarrollo de habilidades y por capacitar a las personas. Estos aspectos indican que la riqueza no se encuentra en recursos materiales sino en recursos inmateriales o llamados recursos intangibles, los cuales representan recursos estratégicos que generan valor y por lo tanto deben ser identificados y gestionados.

Según Hall (1992, los activos intangibles pueden ser clasificados como activos o competencias. Los intangibles como activos se refieren a derechos de propiedad intelectual como las patentes, marcas o ciertas tecnologías de la información como las bases de datos que pueden o no estar protegidas legalmente, y los activos como competencias se refieren a los conocimientos de los empleados, clientes o proveedores, los cuales son recursos más difíciles de retener puesto depende de las personas.

La riqueza no se encuentra en recursos materiales sino en recursos inmateriales o llamados recursos intangibles.

Los intangibles no generan valor por sí solos, la interrelación entre ellos permite obtener mejores resultados, es por ello que es muy importante que las empresas puedan identificar cuáles de éstos recursos son importantes y generar actividades que permiten desarrollar nuevos intangibles así como aumentar o mejorar los ya existentes. La interacción entre ellos contribuye a la creación de valor de las empresas.

Dentro de este contexto, en los años 90 aparece el concepto de Capital Intelectual, el cual está ligado al concepto de intangible. Aunque no exista una definición única, se puede decir que el Capital Intelectual está constituido por activos intangibles susceptibles de generar valor por lo que deben contar con atributos especiales, es decir deben ser inimitables, valiosos, escasos y desarrollados por la propia organización.

La importancia del Capital Intelectual ha generado muchas investigaciones desde distintas perspectivas o disciplinas. Si bien existen muchos autores, se puede decir que el Capital Intelectual se clasifica en tres grupos:

El capital humano, que se refiere a los valores, actitudes, capacidades, habilidades, conocimiento y experiencias del personal que trabaja en la empresa.

El capital estructural, que a diferencia del capital humano, es de propiedad de la empresa ya que permanece aun cuando los empleados abandonan la misma; comprende los sistemas de información y comunicación, procesos gerenciales, cultura corporativa, filosofía de la administración, entre otros. Algunos de  ellos pueden protegerse legalmente como la marca, patentes, copyrights, convirtiéndose en derechos de propiedad intelectual.

El capital relacional, vinculado a las relaciones que las empresas mantienen con sus clientes, proveedores y la comunidad en general. Ello da lugar a la imagen de la empresa, la lealtad y satisfacción del cliente, alianzas y contratos, canales de distribución, prestigio, nombre de la empresa, entre otros.

Los intangibles son recursos internos desarrollados por la organización que no basta con identificarlos, requieren ser gestionados. En este sentido se habla de la gestión del conocimiento como la gestión de los activos intangibles y que tiene que ver con los procesos relacionados de una u otra forma con la captación, estructuración y transmisión del conocimiento. El conocimiento asociado a una organización y a una serie de capacidades organizativas se convierte en Capital Intelectual.

Se puede decir que la gestión del conocimiento es “el conjunto de procesos y sistemas que permiten que el Capital Intelectual de una organización aumente de forma significativa, mediante la gestión de sus capacidades de resolución de problemas de forma eficiente con el objetivo final de generar ventajas competitivas sostenibles en el tiempo”

Según Karl M. Wiig (1997) el conocimiento y el capital intelectual son conceptos relacionados pero en la gestión de cada uno de ellos, sus objetivos y límites son diferentes, son extensos, multidimensionales y cubren muchos aspectos de las actividades de las empresas, pero ambos a su vez son los activos más importantes porque representan el futuro potencial de las mismas. La gestión del Capital Intelectual se concentra básicamente en renovar y maximizar el valor de los activos intelectuales de la empresa, su función es tener un cuidado general con el capital intelectual de la empresa. La gestión del conocimiento se concentra en facilitar y gestionar las actividades relacionadas con el conocimiento como su creación, captura, transformación y uso, su función consiste en planear, implementar, operar y monitorear todas las actividades y programas relacionados con el conocimiento que se requiere para una gestión eficaz del capital intelectual.

En los últimos años, debido al entorno competitivo en el que se desenvuelven las empresas, ha crecido la preocupación por parte de ellas para generar la ventaja competitiva a través del conocimiento, el capital intelectual y los intangibles, que existen dentro de ellas.

Quevedo Alejos, María Isabel

María Isabel Quevedo

Doctora (C) en Economía y Dirección de Empresas, Universidad de Deusto (España).
Estudios de Maestría en Administración, Universidad del Pacífico.
Licenciada en Contabilidad, Universidad del Pacífico.

Áreas de especialización:
Contabilidad financiera, Intangibles y capital intelectual.