Literatura e Historia: Juntas en la formación de mejores seres humanos
Michele Montauban, Lourdes Morimoto, Jimena Pizarro
Enseñar Humanidades a los jóvenes de hoy no es una tarea fácil en un contexto en el que se promueven con tanto énfasis el pragmatismo y el éxito asociado al logro económico y material. Sin embargo, confiamos en el poder formativo de disciplinas como la Literatura y la Historia, no solo por las implicancias de sus propios contenidos —que, estamos seguras, forman mejores seres humanos— sino por las capacidades intelectuales y actitudinales que su estudio desarrolla. Por ello, como una forma más eficaz y significativa de aproximar a los estudiantes a la Literatura y la Historia, proponemos una enseñanza interdisciplinaria entre ambas.
Entendemos por interdisciplinariedad cualquier forma de interacción entre dos o más disciplinas que implique la transferencia de aspectos teóricos, conceptuales y metodológicos de una a otra, con el consiguiente enriquecimiento de las disciplinas implicadas o el surgimiento de una nueva más especializada. En el caso particular de la educación, el enfoque interdisciplinario se sustenta por su contribución al proceso formativo de los estudiantes: por un lado, facilita el desarrollo de mecanismos cognitivos útiles para un aprendizaje integrador; por el otro, refuerza la tendencia a abordar problemas y su solución desde múltiples perspectivas.
Literatura, en tanto manifestación artística, refleja el sentir y los valores e ideales de una época.
Ahora bien, ¿por qué Literatura e Historia? La Historia se interesa por las estructuras y procesos de la sociedad, por el devenir de los hechos que dan lugar a procesos de continuidad y ruptura en el desarrollo de la humanidad; por su lado, la Literatura, en tanto manifestación artística, refleja el sentir y los valores e ideales de una época. Ambas disciplinas se interrelacionan y contribuyen a la comprensión de un contexto sociohistórico específico. Por ello, debido a esta mutua interdependencia, el texto literario puede y debe ser estudiado como producto y, a la vez, factor determinante de la mentalidad y la cosmovisión de una cultura y momento histórico. Así, las innovaciones en el campo del arte y, por ende, en la Literatura, suelen ser un reflejo de procesos de cambios sociales e ideológicos. Quien quiera aproximarse a las sociedades del pasado, no debe desestimar la obra literaria como una posible fuente.
Esta relación entre la Literatura y la Historia no se limita a un dominio de conocimientos estrictamente conceptuales, es decir, al manejo acumulativo de personajes, fechas y hechos históricos además de obras, autores y corrientes literarias. La investigación psicopedagógica asegura que este tipo de conocimiento declarativo y memorístico es relativamente estático y de fácil olvido debido a la poca significatividad para el alumno: es un conocimiento no integrado al saber previo ni aplicado posteriormente en otros ámbitos. Por ello, la educación actual le confiere cada vez mayor importancia al saber procedimental: analizar e interpretar textos, investigar, establecer relaciones de causalidad, argumentar a través de ensayos, etc. Este saber destaca por su adaptabilidad a los cambios a través del tiempo y permite a los estudiantes, una vez adquiridas las habilidades, buscar y producir nuevos conocimientos por sí mismos. Nuestro enfoque interdisciplinario pretende, pues, rescatar las propuestas educativas que plantean la enseñanza en términos de capacidades, es decir, el saber hacer.
¿Qué ventajas aporta este enfoque interdisciplinario centrado en el desarrollo de capacidades?
En cuanto a capacidades generales o macrohabilidades, el trabajo integrado entre la Literatura y la Historia facilita la transferencia de conceptos o metodologías de una disciplina a otra. Por ejemplo, la aplicación de métodos propios del análisis literario, que dan luces acerca del contenido atendiendo a la forma (recursos retóricos, léxico, tono, etc.), a fuentes históricas como discursos políticos, crónicas, artículos periodísticos, entre otros, posibilita una aproximación más crítica al texto y a la intencionalidad del autor. Por su lado, el estudio de una época histórica permite comprender el surgimiento de corrientes literarias, sus motivaciones y características particulares para establecer relaciones de causalidad y conexiones entre el contexto histórico y la producción literaria. Del mismo modo, al analizar obras consideradas de ruptura o de transición, se podrán vincular estas innovaciones con las transformaciones de la realidad en que fueron producidas; ello revelaría procesos de cambio cuyo estudio es fundamental dentro de la disciplina histórica.
…una novela puede contribuir al conocimiento y comprensión de una época determinada, las características de su sociedad, el orden político imperante…
Otra ventaja de la interacción entre Literatura e Historia en el proceso formativo es que contribuye a una mejor comprensión del ser humano, la sociedad, su evolución y la dinámica social. Así, una novela puede contribuir al conocimiento y comprensión de una época determinada, las características de su sociedad, el orden político imperante, la mentalidad y otros rasgos plasmados en la obra que reflejen la realidad que está siendo estudiada. Obras de Jane Austen como Orgullo y Prejuicio o Sensatez y sentimientos presentan la Inglaterra de su época y nos aproximan a la aristocracia rural, su vida social y aspiraciones, los mecanismos legales de herencia, el sentido del matrimonio, etc.
A su vez, el enfoque interdisciplinario obliga a situar a un autor y su obra dentro de su contexto para entender la preferencia por ciertos temas, la predominancia de algunos sentimientos, el uso de determinados géneros y técnicas, así como la mentalidad e ideología del escritor, quien finalmente es “hijo de su tiempo”. Por ejemplo, “De ratones y hombres” de John Steinbeck refleja la situación de los trabajadores estadounidenses a consecuencia de la Gran Depresión de 1929, la influencia de ciertas corrientes de pensamiento como el Darwinismo Social, el modo de vida y costumbres en el ámbito rural, el racismo persistente, etc.
Asimismo, consideramos que gracias al diálogo entre lo histórico y lo literario, se formarán individuos con una mentalidad más abierta, flexible y libre de prejuicios, capaces de juzgar críticamente la realidad. Esto implica, por ejemplo, que podrán comprender y valorar conductas, costumbres e ideas de personajes literarios en su contexto histórico-cultural; o que podrán sensibilizarse ante una realidad histórica determinada a partir de la lectura de obras literarias; y esta aproximación a la Historia, más emotiva y vivencial, conllevará sin duda a un acercamiento al pasado más empático y comprometido.
Finalmente, cabe destacar que el estudio de la Literatura y la Historia implica la lectura crítica de textos, la identificación de diversas posturas y su sustentación, así como el reconocimiento de la evolución del saber a través del tiempo. Todo ello contribuye no solo a la construcción de un pensamiento propio, sino también al ejercicio de su correcta expresión y sustentación. Ambas disciplinas se refuerzan mutuamente al exigir a los estudiantes la redacción de ensayos argumentativos y exposiciones orales adecuadamente fundamentadas, capacidades que les servirán a lo largo de su vida académica y profesional.
La enseñanza centrada en el desarrollo de capacidades como las mencionadas cobra un valor especial en el mundo globalizado actual, pues la información y el conocimiento están tan a disposición y cambian tan vertiginosamente, que la formación de jóvenes deberá proporcionales, más que gran cantidad de contenidos conceptuales, herramientas cognitivas que les permitan saber qué hacer con la información y, sobre todo, que sean capaces de seguir aprendiendo y descubriendo por sí mismos para toda la vida. En el caso específico del trabajo interdisciplinario entre la Literatura y la Historia, preparar a los jóvenes para que sean capaces de transferir y relacionar conceptos y metodologías de una disciplina a otra derivará en el consiguiente desarrollo de una visión integradora. Con ella, no solo comprenderán mejor la realidad y descubrirán caminos más variados, flexibles y eficaces para la solución de problemas, sino que, además, se formarán como personas más críticas, más integradoras, más humanas.