¿Por qué nos gustan las computadoras?
Fernando Ruiz Dodobara
El uso de las computadoras para múltiples funciones en diferentes ambientes es una realidad común y cotidiana. Trabajamos, nos comunicamos, buscamos entretenimiento e información, nos mantenemos al día de lo que ocurre en nuestro grupo social; incluso, podemos ofrecer apoyo y recibir consejo. Si reflexionamos un poco, llama la atención la imagen positiva generalizada que poseen estos aparatos en gran parte de la población. “¿Por qué?”, preguntarán algunos. La respuesta es que las consecuencias negativas de usar las computadoras pueden llegar a ser altamente perjudiciales. No obstante, pasamos por alto lo nocivo, potenciamos lo positivo, lo atractivo y percibimos a estas máquinas como una combinación entre un amigo y un empleado. A continuación, se explicarán, en primer lugar, ciertos efectos negativos de utilizar las computadoras; efectos que no consideramos a pesar de ser evidentes. Seguidamente, se planteará una explicación tentativa de las razones por las cuales estos instrumentos ejercen una fascinación especial en nosotros.
Un uso extendido puede generar daño en las articulaciones de las manos, la columna y en los ojos, además de exponernos diariamente a niveles de radiación fuera de lo normal.
Es un misterio por qué minimizamos los efectos dañinos de las computadoras. Un uso extendido puede generar daño en las articulaciones de las manos, la columna y en los ojos; además de exponernos diariamente a niveles de radiación fuera de lo normal. Asimismo, el adoptar este tipo de tecnologías nos hace vulnerables a intrusiones en nuestra privacidad (Bauer, 1995). Para acceder a diversos beneficios y realizar operaciones en línea, debemos, muchas veces, brindar datos personales, que quedan a disposición de empresas que los utilizan para realizar perfiles de consumo y tratar de vendernos sus productos. Todo tipo de grupos puede disponer de un fácil acceso a información personal que los usuarios no han proporcionado de forma consciente.
¿Por qué restamos importancia a estos efectos negativos? Una explicación es que los individuos consideran que están en la capacidad de manejar estos riesgos, ya que los asumen voluntariamente (Slovic, 1987). Asumir “unos pequeños y controlables peligros” a cambio de obtener los múltiples beneficios que proporcionan los ordenadores parece altamente razonable.
No obstante, lo anterior no explica el uso expandido, la fascinación y la catalogación de las computadoras como instrumentos amigables. Para algunas pistas sobre esta cuestión, usaremos los conceptos de esquemas y asimilación del psicólogo cognitivo Jean Piaget. Los esquemas son representaciones mentales de un evento, objeto, situación, persona, proceso o relación; usted puede tener un esquema de un perro (animal de cuatro patas, que ladra), de una película de terror y de todo lo existente e imaginable. Los esquemas posibilitan el que podamos pensar en los sucesos u objetos de nuestro mundo, organizando nuestra percepción y experiencia. La asimilación está relacionada a nuestra capacidad de adaptarnos al medio que nos rodea. La asimilación supone usar los esquemas ya existentes para dar sentido a nuevos objetos o experiencias (Woolfolk, 2010).
Obtenemos retroalimentación que, si bien puede contradecir nuestras ideas, nos hace pensar que lo que opinamos es digno de ser leído y comentado por alguien.
La percepción positiva y la gran aceptación de las computadoras como instrumentos amistosos se deben al proceso de asimilación. Los seres humanos poseemos esquemas familiares a los que otorgamos una carga emocional positiva. Los productos informáticos se asimilan fácilmente a estos esquemas. Un simple ejemplo de esto es cómo el concepto de “correo electrónico” calza perfectamente en el esquema previo “correo”. Gran parte de la forma como se presenta un servicio de mensajería electrónica se relaciona con elementos típicos del correo físico: sobres y buzón de entrada. Asimismo, podemos afirmar que los procesadores de textos se asimilan al esquema previo “máquina de escribir”, y así podemos encontrar otros ejemplos similares.
Ahora, queremos centrarnos en dos productos informáticos que se ajustan dentro de dos esquemas que, consideramos, influyen en la percepción positiva con la que asociamos a las computadoras.
En primer lugar, el concepto de “comunidades virtuales” se incorpora eficazmente al de “comunidad presencial”. Mediante computadoras conectadas a internet, podemos unirnos a diferentes grupos con todo tipo de intereses: lúdicos, políticos, musicales, etc. La razón que explica la facilidad para incorporar el concepto de comunidad virtual al de comunidad en general radica en que las comunidades virtuales presentan características bastante similares a las de las comunidades presenciales. Mediante los ordenadores, podemos acceder a personas que exhiben una historia compartida, un lenguaje común y ciertas reglas de comportamiento. Además, estas colectividades proporcionan apoyo social y garantizan un sentido de identidad (Haythornthwaite, 2007).
En segundo lugar, la comunicación textual sincrónica por internet se incorpora perfectamente en el esquema familiar “comunicación oral”. Los que se comunican en línea mediante texto han conceptualizado esta comunicación como similar a la interacción cara a cara (Quiroz, 2004). De esta manera, se aprecia un lenguaje informal, inmediato, fragmentado y con un gran uso de “emoticones” que reemplazan la comunicación no verbal.
Por otro lado, para darnos una idea más completa de la atracción que experimentamos por las computadoras, no podemos dejar de mencionar que estas nos ofrecen todo tipo de recursos para expresar quiénes somos de una forma interesante y favorecedora. Así, utilizamos plataformas como el Facebook y los blogs personales para dar a conocer nuestros gustos, opiniones, etc. También, obtenemos retroalimentación que, si bien puede contradecir nuestras ideas, nos hace pensar que lo que opinamos es digno de ser leído y comentado por alguien.
En conclusión, la visión positiva y amigable que tenemos de las computadoras se debe a que, si bien somos conscientes de sus riesgos, los minimizamos considerándolos controlables; incorporamos nuevos conceptos a esquemas familiares y a que los ordenadores nos ayudan a expresar y reforzar nuestra identidad.